MIGUEL HERNÁNDEZ

 

 

         Miguel Hernández nació en Orihuela, el 30 de diciembre de 1910, en el seno de una familia humilde y sencilla. Era el tercero de cuatro hermanos: Vicente, Elvira, Miguel y Encarna, esta última su compañera de juegos, después de que debido a la gran mortalidad infantil de la época hubieran fallecido tres hermanas anteriores. Cuando Miguel tenía cuatro años, por motivo de la actividad de su padre (que tenía un pequeño rebaño de cabras), la familia se trasladó a la calle de Arriba, cerca ya de la sierra de Orihuela. Allí conoció a los Fenoll y los Almarcha, con los que trabaría amistad para toda la vida; más adelante se casó con Josefina Fenoll. Las cosas no iban muy bien económicamente y tras un breve espacio de tiempo por la escuela del Ave María, tuvo que abandonarla para ayudar a su padre en sus tareas.Tras acabar su jornada, solía frecuentar cada tarde la tertulia de los hermanos Fenoll, que tenía lugar en la panadería de estos. Allí conoció a Ramón Sijé, que le ayudaría mucho en su afán literario. A partir de 1930 comenzó a publicar sus versos en un periódico local y viajó varias veces a Madrid donde conoció a los grandes poetas del 27, García Lorca, Alberti y Pablo Neruda, entre otros. En 1936 presentó “El rayo que no cesa”. Entonces estalló la guerra civil, en la que participó activamente alistándose como voluntario en el bando republicano, donde destacó junto con Antonio Machado alentando a las tropas con hermosos poemas. Cuando en 1939 acabó la guerra con el triunfo de los fascistas, intentó huir a Portugal, pero fue detenido en la frontera y encarcelado. Fue condenado a la máxima pena que le sería conmutada por la de cadena perpetua, y ya no saldría de la cárcel, donde escribió sus más bellos poemas (como “Las nanas de la cebolla” y la “Canción última”, que incluimos en la revista), hasta el 28 de marzo de 1942, fecha en la que murió a causa de una tuberculosis que contrajo por las malas condiciones del presidio. Sólo tenía 31 años.