Bolyai y la falta de reconocimiento científico

    El matemático húngaro Farkas Bolyai, amigo del gran genio Carl Friedrich Gauss, se dedicaba a la enseñanza secundaria y había pasado gran parte de su vida intentado demostrar el postulado de las paralelas de la geometría euclídea. Cuando descubrió que su propio hijo, Janos Bolyai (1802-1860), entonces brillante oficial ingeniero del ejército austro-húngaro, se encontraba también absorbido por la misma cuestión, le escribió una carta previniéndole. He aquí un fragmento:

    “Por amor de Dios te lo ruego, olvídalo. Témelo como a las pasiones sensuales, porque lo mismo que ellas puede llegar a absorber todo tu tiempo y aún privarte de tu salud, de la paz de espíritu y de la felicidad en la vida.”

    Sin embargo, el hijo Janos no se dejó convencer continuando sus esfuerzos consiguiendo, hacia 1825, llegar a la conclusión de que el quinto postulado de Euclides no podía ser demostrado a partir de los otros cuatro e incluso podía negarse, permitiendo que por un punto C exterior a una recta AB se puedan trazar más de una recta en el plano ABC que no corte a la recta AB. En tal caso se llegaba a un tipo distinto de geometría (pero igualmente válida) llamada no-euclídea. Desconociéndolo entonces, el matemático ruso Nicolai Ivanovich Lobachevsky había llegado por el mismo tiempo a un resultado análogo trabajando de forma independiente.

    Cuando Farkas Bolyai escribió a su viejo amigo Gauss pidiéndole una opinión sobre la heterodoxa obra de su hijo, éste respondió que en conciencia no podía elogiar el trabajo sin elogiarse a sí mismo, pues había mantenido los mismos puntos de vista desde hacía muchos años. Al conocer la respuesta y la consecuente falta de apoyo efectivo de Gauss, el joven y temperamental Janos Bolyai se sintió inquieto y molesto, temiendo que se tratase de un ardid para usurparle la prioridad del descubrimiento. La persistente falta de reconocimiento público junto con la traducción, en el año 1840, del trabajo original (en ruso) de Lobachevski de 1829 al alemán (la lengua de difusión científica de la época), le produjo tal frustración que ya no publicó nada nunca más, quedando su única publicación reducida a un apéndice de la obra magna de su padre llamada Tentamen, aparecida en 1831. Pocos años después, Janos presentó (infructuosamente) a un concurso matemático en Leipiz un riguroso trabajo sobre la construcción de números complejos como pares ordenados de números reales.
 
    El carácter de Jonas, ya totalmente aislado de la comunidad matemática internacional, fue tornándose huraño e irritable con el paso del tiempo (llegando incluso a sospechar que Lobachevski era un personaje ficticio creado por Gauss para privarle de su propio mérito), deteriorándose también su salud. Murió de neumonía a la edad de 57 años. El honor de la invención y el desarrollo de la geometría no-euclídea quedaba reservado mayoritariamente a Lobachevski.