Entrevista a Juan A. Fuster Verdú

 

 

Juan A. Fuster Verdú es el actual director del Instituto de Física Corpuscular (IFIC), Centro Mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universitat de València.  En esta entrevista pretendemos conocer sus opiniones e ideas de futuro sobre el Instituto así como su visión de la física en España, pero también saber algo acerca de su faceta humana y  trayectoria profesional.

 

 Se trata de un científico joven, nacido en Alcoi (Alicante) hace cuarenta y tres años años.  Casado y con tres hijos, ahora es profesor de investigación del CSIC, siendo su especialización la física experimental de altas energías. Entre sus intereses dentro del campo de la instrumentación, se encuentra la construcción de detectores de silicio para el experimento ATLAS  y el desarrollo de estas tecnologías para futuros experimentos. ATLAS es uno de los grandes detectores que se instalarán en el anillo colisionador de protones (LHC) en 2007. En el aspecto del análisis e interpretación de datos, actualmente sus estudios se centran en los efectos de masa sobre los estados finales de multi-jet para colisiones e+e-, lo cual ha permitido determinar por primera vez la masa del quark b en procesos a energías mayores del umbral de producción de los hadrones B y con ello  poder testar la evolución prevista por la Cromodinámica Cuántica para ese parámetro. La experiencia y aplicación de los resultados obtenidos para las colisiones hadrónicas representan su interés futuro mas próximo.

 

 

REI - ¿Dónde realizaste tus estudios de bachillerato y de licenciatura?

 

Juan Fuster - Estudié en el colegio de La Salle de Alcoi y después cursé mis estudios de física en la Universidad de Valencia (fui la última promoción que inició su carrera en la antigua Facultad de Blasco Ibáñez).

 

 

REI - Tras acabar la licenciatura, ¿dónde proseguiste tu tarea investigadora?

 

J.F. - Después de la licenciatura, tuve que acabar la “mili” (pertenezco al club de los que aún tuvieron que pasar por ese trance) y entré en el IFIC para realizar mi “tesina”, cuyo director fue el Dr. Miguel Ángel Sanchis Lozano, sobre producción y desintegración de sabores pesados (charm y beauty). Más tarde, pasé tres años en el laboratorio de DESY- Hamburgo donde formé parte del experimento CELLO y realicé mi tesis doctoral, también bajo la codirección de los doctores Miguel Ángel Sanchis Lozano y Giulio D’Agostini. El tema de la tesis fue la búsqueda de quarks excitados, Higgs cargados y muones a alto momento transverso. Pusimos límites a la existencia de tales estados y partículas desarrollando nuevas técnicas de reconstrucción cinemática de sucesos con topologías de varios jets que se utilizaron después en LEP. Durante ese tiempo me casé e hice muy buenos amigos y creo que ha sido una de las etapas más felices de mi vida. Después conseguí una beca del CERN y me fui sin saber que allí acabaría pasando los seis años siguientes. Al principio fue muy duro ya que llegué justo en el momento en que LEP se preparaba para arrancar. Como el IFIC era miembro de la colaboración DELPHI me incorporé a ese experimento. Nunca había trabajado en “hardware” de verdad así que me empeñé en contra de la opinión del entonces “spokesman”  (el Dr. Ugo Amaldi) en trabajar en el sistema de “trigger”. Dada mi  experiencia, su opinión (acertada pero conservadora) era que en análisis mi contribución podría ser más útil. La verdad es que la opción del “trigger” acabó siendo una buena decisión pues había muchas cosas que desarrollar, aprendí mucho y además llegue a ser útil al experimento. El trabajo en DELPHI, al principio, era tremendo y las horas que nos pasábamos en el pozo siempre con la misma luz artificial eran interminables. Se llegaba a perder la noción del día y la noche. De hecho, más de una vez cuando me iba a casa a dormir no sabía si la luz tenue del cielo era que estaba amaneciendo o que estaba anocheciendo. Entonces nació mi primera hija; fue en Valencia pues ahí se encontraba mi mujer por razones de trabajo y yo en Ginebra. Fue una época difícil aunque muy provechosa profesionalmente. Finalmente dos años después nos reunimos en Ginebra, hasta 1996, cuando casi por unanimidad volvimos todos a Valencia  y yo me reincorporé al IFIC, donde aún continuo.

   

 

REI - Creo que siempre te ha gustado mucho el fútbol, ¿podías practicarlo mientras investigabas en el extranjero?

 

A mí lo que me gusta de verdad es el deporte. De hecho, mi deporte de “chaval” fue siempre el basket. Llegamos a ser sub-campeones de la provincia de Alicante a los quince o diecesies años. Pasamos a una liguilla inter-provincial pero ahí nos quedamos. Cuando empecé la Universidad tuve que dejar el baloncesto pero con el entrenador  y unos amigos nos pusimos a escalar picos y a entrar en cuevas durante los fines de semana. Pasamos algún que otro apuro, la verdad, pero fue una gran experiencia para mí. Con el tiempo también me dejé la escalada pues estando en Valencia no podía mantener el mismo nivel que mis compañeros y sufría demasiado para hacer lo que ellos hacían. En realidad, yo empecé a jugar a fútbol en DESY a los 24-25 años ya que era difícil encontrar compañeros para jugar a basket y por allí no hay muchas montañas. Jugábamos todos los viernes con sol, nieve o lluvia,  y hasta con diez bajo cero. Había un ambiente excelente pues jugábamos todos, estudiantes, “professors”, técnicos, etc. A muchos de mis amigos les volví a ver en el CERN y decidimos seguir haciendo lo mismo. No sé si aún se juega los viernes en el CERN pero ese fue su origen.

 

 

REI - ¿Y ahora?

 

J.F. - Intento seguir haciendo algo de deporte, lo que sea, con un balón y  un campo de por medio.    

 

 

REI - ¿Qué otras aficiones tienes?

 

Me gusta leer. La historia es mi tema preferido (historia de verdad cuando acumulo energía, y novela histórica últimamente). Me gusta imaginarme lo que en algunos momentos pudo suceder pero nunca ocurrió y, además,  nunca sabremos cómo hubiera afectado al mundo que hoy conocemos. Por otro lado, también me gusta el trabajo manual de jardín siempre y cuando uno sea capaz de no “profesionalizarse” demasiado pues es muy sacrificado.

 

 

REI - ¿Cómo ves la investigación de física en España?

 

J.F. - En calidad creo que está muy bien. Es de las ramas que quizás esté por encima del nivel que nos correspondería pensando en el peso científico que le corresponde a España en el concierto internacional (vamos, no es que lo adivine yo, es lo que aparece en las estadísticas). En valores absolutos el número de investigadores está mal, es bajo, y la repartición de ese número en campos también debería cambiar. Llevamos una tradición de gente muy buena que sabe interpretar y contar la física que producen otros. Eso está bien pero creo que debemos invertir más en gente y proyectos directamente implicados en la producción de resultados. Si ahora, después de muchos años de sequía, parece que atravesamos un período en el que las autoridades están dispuestas a crear más puestos para científicos pienso que el peso del crecimiento debería ir en esa línea. También me gustaría romper una lanza por el proyecto de los contratos Ramón y Cajal. Nunca nada es perfecto pero creo que ese programa es lo mejor que se ha hecho en España en muchos años respecto a la contratación de jóvenes investigadores post-doctorales de manera digna.      

 

 

REI - Y en particular en el IFIC ¿se progresa adecuadamente? 

 

J.F. - Yo creo que el IFIC en todos sus años de existencia (más de cincuenta) siempre ha estado ahí con ambición científica y rentabilizando al máximo sus recursos. Ahora, España, Valencia han cambiado. Esencialmente hay más dinero y hay un mayor internacionalismo en todo lo que hacemos. El IFIC, como antes, continúa intentando aprovechar las oportunidades que surgen. No sé si la calificación es “se progresa adecuadamente”  o  sería un “excelente” pero desde luego se trabaja muy seriamente.

 

 

REI - Por tanto, ¿cuáles son las líneas maestras de tu dirección? ¿Hay que potenciar algún área o bien cada grupo ha de “buscarse la vida”?

 

J.F. - Responder a esta pregunta es difícil ya que incluso en nuestra investigación particular el decidir qué hacemos nos lleva a más de una crisis. Si en todas las preguntas anteriores me he extendido en esta podría no acabar. En fin, haré el esfuerzo de intentar resumir, aun a riesgo de no expresarme adecuadamente. Primero y muy importante es que, para mi, el IFIC está construido en un sentido de abajo hacia arriba. Es decir, el director del IFIC no decide la participación en los proyectos ni quién debe participar en ellos. Eso es un hecho y ya pone límites, al menos moralmente, a su responsabilidad. Ni siquiera la política científica es su tarea pues, según nuestros estatutos, esa labor pertenece al claustro. Para mí, por tanto, la obligación del director sobre todo es conseguir un ambiente científico y unos recursos humanos y materiales para que los grupos del IFIC progresen en sus investigaciones. Además, también debe hacer un esfuerzo en identificar el potencial del centro para intentar sugerir y motivar nuevos proyectos, no sólo de investigación pura sino también en otros campos, de divulgación o de aplicación, por ejemplo. Y en la medida de lo posible, debe tener un buen conocimiento de todas las actividades que se realizan en el IFIC… que no es una tarea fácil. Y, tampoco hay que olvidar todo lo que se refiere a la gestión y administración del Instituto que es mucho más tiempo del que uno desearía como científico, pero por otra parte necesario y ¡ de obligado e inmediato cumplimiento!. Como ves, bastante para llenar las horas de hastío. Afortunadamente en el IFIC también contamos con el Vice-director, el Dr. Armando Pérez actualmente, gracias a lo cual creo que no se nos acumula el trabajo más de la cuenta.

 

 

REI - Pero entonces, ¿cuál es el sentido del Instituto si cada grupo de investigación goza de tanta libertad?

 

J.F. - Eso, para empezar, nos lo debemos responder todos y cada uno, pues al IFIC se pertenece por voluntad propia. Algo habrá que haga que cada vez seamos más. En el sentido material, el IFIC proporciona unos medios que hacen que el investigar sea más fácil y eficiente que en otros lugares y, por supuesto, que si fuéramos “por libre”. Además el IFIC dota a la comunidad de científicos de un marco de discusión e información muy importante y competitivo para los intereses de cada uno. Y cuando digo esto, no sólo pienso en los físicos propiamente dichos, teóricos o experimentales, sino también en los ingenieros y técnicos en general. Todos vamos aportando y contribuyendo a perfilar un foro de soluciones, en nuestro ámbito de ciencia y tecnología, que es, además, único ya que se define con nuestras necesidades.

 

 

REI - ¿Cómo son las relaciones entre teóricos y experimentales?

 

J.F. – Algunos de los científicos ilustres que invitamos y nos visitan, han manifestado su “sana envidia” por la  variada composición y riqueza del IFIC. Hoy en día, incluso a nivel internacional, en pocos lugares existe un experimental que tenga como vecino de despacho a un teórico. Este es un hecho cada vez mas singular y en vías de extinción en muchos de los laboratorios actuales y cuya peculiaridad, si la sabemos  aprovechar, nos puede dotar de una competitividad excepcional (ésa es una de las tareas que deben favorecerse desde la dirección –caso concreto a la respuesta de la pregunta anterior, por ejemplo-). No hay nada como saber, antes de empezar una determinada línea teórica de investigación,  que su resultado se podría medir; o bien, desde un punto de vista complementario, empezar un análisis de datos experimentales sabiendo que vamos a tener al mismo tiempo un cálculo teórico aún “humeante” para comparar con nuestros resultados experimentales. Y eso lo digo por experiencia propia.  

 

 

REI - ¿Y entre los miembros del CSIC y la Universidad?

 

J.F. - La realidad del IFIC es compleja. Aunque a todos los efectos el personal de cada Institución debe ser reconocido por la otra como igual, hay lagunas (en ambos sentidos) en las que desde nuestro punto de vista dicha circunstancia no se está cumpliendo. No son alteraciones tremendamente importantes, pero sí están ahí día a día y no favorecen la convivencia, a veces suscitando discusiones entre nosotros mismos. No he acumulado aún mucha experiencia como director y no estoy seguro pero yo diría que el problema principal no está en la dirección de los organismos donde están las trabas. En fin, es algo a mejorar pero no veo que nos impida progresar. Pienso que cada vez estas Instituciones deberían creer más en Centros como el nuestro donde sería imposible llegar a donde estamos sin el concurso cooperativo del personal y el apoyo tanto del CSIC como de la Universidad. Cada euro que invierte cada institución en el IFIC tiene un rendimiento extra debido a la aportación de la otra entidad: en resumen, el resultado es algo más que la suma aritmética de los recursos humanos y materiales.

 

 

REI - ¿Crees que existe alguna discriminación por parte del CSIC hacia el IFIC por el hecho de ser instituto mixto?

 

J.F. – Sinceramente, creo que no. Como en todo, habrá personas con nombres y apellidos que crean más o menos en Institutos mixtos, pero como organización no percibo ninguna discriminación por eso. Pienso que la línea futura del CSIC de hecho será mas sensible a este tipo de colaboraciones entre otras instituciones. Otra cosa es que a veces seamos más o menos eficientes en hacer ver al CSIC nuestras necesidades y peculiaridades. El que eso no suceda siempre como quisiéramos no sólo se puede deber a la delegación central sino también a nosotros mismos. Querámoslo o no, siempre que haya recursos limitados que no colman a todo el mundo habrá competencia (y eso tampoco es malo en sí mismo). Yo pienso que nuestras mejores armas para convencerles de nuestro potencial son el trabajo y los resultados científicos, que además tenemos de sobra, si bien, no solo al CSIC sino también a la Universidad de Valencia en nuestro caso. En eso, y vuelvo a reincidir, es importante hacerles ver que el IFIC no es sólo el subconjunto de personas e infraestructuras que cada parte sufraga sino el resultado de la cooperación entre las dos y las necesidades que ese funcionamiento coordinado origina.

 

 

REI -  Aun sin caer en un victimismo fácil, ¿y por no estar el IFIC ubicado en Madrid?      

J.F. -  Para la relación con el CSIC no estar en Madrid sí lo veo como una dificultad que tiene mucho que ver con la geografía. El teléfono, el fax y el correo están bien pero no es lo mismo que una conversación en persona. Ir a Madrid es dedicar un día entero para una entrevista que puede durar a lo sumo una hora. Claro, como no se puede hacer eso con mucha frecuencia porque la persona a visitar no dispone de mucho  tiempo, hace que las visitas tengan que planificarse mucho y es todo más complicado. A su vez desde el CSIC, dado que es una Institución grande y compleja,  nuestras actividades no son seguidas de la misma manera a como ocurre con la Universidad de Valencia. El papel de la delegación del CSIC en la Comunidad es por ello muy importante, pero no suple en todas sus funciones a la central porque no tiene las atribuciones para ello.

 

 

REI - ¿El personal técnico de administración y servicios tiene posibilidades de promoción?

 

J.F. – Estimado entrevistador, esto ya empieza a parecerse a un “tercer grado”. Bueno, es un asunto harto complicado y difícil pues nos topamos con muchos protagonistas sociales, incluyendo los sindicatos, lo cual me parece correcto. Desde la dirección estamos haciendo todo lo posible para buscar vías para que esas posibilidades existan. Es algo que nos preocupa mucho. Hay personas que llevan en el IFIC mucho tiempo con una implicación y dedicación hacia el Instituto que va más allá de los puestos que ocupan y sólo podemos darles las gracias. Creo que es injusto y trabajaremos para mejorar su situación pero no va a ser fácil. 

 

 

REI - En resumen ¿cómo ves el futuro del IFIC?

 

J.F. - El futuro del IFIC está ligado al de la ciencia básica pura en un gran porcentaje de sus actividades. Si ésta va bien, tenemos calidad para que nos vaya bien. Si las prioridades de la política no van por ese camino, pues no sé lo que pueda ocurrir pero no me da miedo.                    

 

 

REI - Por último, si pudieses “volver a los diecisiete” (como decía la canción de la cantante chilena Violeta Parra) pero sabiendo los esfuerzos  y   sacrificios  de  la  carrera   científica,  ¿estudiarías otra vez física?

 

J.F. - Imagino que si lo supiera, pero con toda la vida por delante, no lo dudaría un instante y repetiría “asignatura”. 

 

 

REI -  ¿Que dirías a los jóvenes que a pesar de sentir una vocación por las ciencias puras, eligen una carrera técnica porque piensan que así encontrarán un empleo antes y mejor remunerado?

 

J.F. - Primero creo que es justo decir que no es oro todo lo que reluce y no hay tantos oficios tan bien pagados en las industrias. Tengo amigos que posiblemente ganan más que yo, pero que me cambiarían al trabajo sin dudarlo. Aunque en el IFIC cada día me esperan como director un montón de firmas y gerencia que realizar, aún vengo con ganas pensando en mis proyectos y mis problemas en física que intento entender. Yo pienso que es muy importante hacer lo que a uno le gusta. Si alguien quiere ser médico, abogado o ingeniero porque le gusta, me parece fenomenal. Si lo hace por  motivos no muy claros, la decisión le pasará factura y se habrá engañado a sí mismo. Un día tendrá cuarenta años,  lo comprenderá… pero no podrá volver atrás.